La embriaguez ya no es el efecto,
sino el objetivo de un consumo que cada vez llega a más menores y que
encuentra en Internet la inspiración sobre peligrosos métodos para
lograr mayores ‘subidones’ de forma rápida
¿Cuándo una persona es alcohólica?
1. Si presenta una serie de problemas físicos o psíquicos debidos al consumo repetido de la sustancia.
2. Tiene un fuerte deseo de
consumir y dificultad en controlar su uso, por ejemplo, ha intentado sin
éxito abandonar la sustancia objeto de la adicción.
3. Persiste en el consumo a pesar de las consecuencias negativas.
4. Abandona actividades sociales y recreativas para consumir o como consecuencia del consumo.
5. Se da un aumento de la tolerancia, lo que popularmente se conoce como ‘aguantar más’.
6. Aparecen síntomas de
abstinencia, como la necesidad de seguir consumiendo para evitarlos, lo
que vulgarmente llamaríamos ‘mono’.
A pesar de estar prohibida su venta a menores, conseguir
alcohol no les es difícil. De hecho, la edad media de inicio en su
consumo baja hasta casi los 13 años.
El motivo, según denuncian los expertos, una permisividad
social alentada en parte por la percepción de esta sustancia psicoactiva
como de bajo riesgo y una industria que mueve intereses muy potentes y
que cada vez más apunta a estos consumidores. De hecho, la exposición a
la publicidad de alcohol incrementa el consumo entre los jóvenes de
entre 13 y 16 años, como demuestra el proyecto europeo ‘Amphora’.
Esa presión, unida a un periodo especialmente vulnerable
como lo es el de la adolescencia, hacen que tengamos entre manos una
bomba de relojería. «El adolescente tiende a intentar ‘romper las
reglas’ establecidas e ir en contra de los padres, y a veces lo hace
usando el alcohol de forma excesiva y peligrosa», explica el doctor
César Soutullo, director de la Unidad de Psiquiatría Infantil y
Adolescente de la Clínica Universitaria de Navarra.
Claramente, las formas de beber alcohol están cambiando y
desde aquel consumo mediterráneo de la copa de vino acompañando a las
comidas se ha ido pasando a patrones típicos del centro y norte de
Europa. En ellos, el consumo está separado de la comida, con predominio
de cerveza y sobre todo bebidas destiladas, con patrón intensivo en la
ingesta, es decir, en forma de atracones o ‘binge drinking’, que
consiste en consumir un mínimo de 5 copas los chicos y 4 las chicas en
dos horas como máximo.
«Se busca la intoxicación etílica severa muy rápidamente,
un patrón que está siendo muy utilizado por adolescentes y jóvenes. Esto
ocasiona numerosas complicaciones por los efectos de la intoxicación
(coma etílico, gastritis alcohólica, neumonías por aspiración,
traumatismos, etc.) junto a alteraciones conductuales (agresiones,
delitos contra la seguridad del tráfico…). De hecho, se ha visto que el
consumo de alcohol en forma de atracones es aún más peligroso, si cabe,
que los consumos habituales, con mayor toxicidad neurológica y
cardiológica», explica el doctor Benjamín Climent, jefe de la Unidad de
Toxicología Clínica del Hospital General de Valencia.
Más peligro para ellas
Entre la población de 15 a 24 años ya son más las bebedoras
de riesgo y las que mayor número de intoxicaciones etílicas sufren.
«Esto es particularmente grave porque las mujeres están peor dotadas
para soportar el alcohol por razones estrictamente biológicas», explica
Julia González Alonso, directora de la Unidad de Sistemas de Información
y Documentación de la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional
sobre Drogas.
Un menor volumen sanguíneo hace que la concentración de
alcohol en sangre, a igual consumo que un chico, sea mayor en ellas.
Además, los tejidos de la mujer tienen más grasa, con lo que el alcohol
se disuelve peor. Y para rematar, su hígado tiene menos alcohol
deshidrogenasa, que es una enzima necesaria para metabolizar el etanol.
Pero los peligros están ahí para todos. De hecho a la
facilidad de adicción provocado sobre todo por ser un fenómeno que
comienza en la adolescencia, se une el policonsumo (se toman drogas) y
un incremento en el riesgo de transmisión de enfermedades sexuales, ya
que durante el estado de embriaguez se mantienen más relaciones sin
protección.
A esos peligros hay que sumarle que el alcohol es capaz de
dañar prácticamente todos los tejidos del organismo y sus efectos
nocivos abarcan desde problemas en el sistema nervioso hasta el corazón
pasando por los músculos, los genitales y, por supuesto, el hígado.
«Se ha asociado el consumo de alcohol con algunos tipos de
cánceres como el de hígado o el de mama en mujeres. Por otra parte, el
riesgo de suicidio en población alcohólica es de 60 a 100 veces el
encontrado en la población general», explica el doctor Antonio Javier
Chamorro Fernández, experto perteneciente al grupo de trabajo de Alcohol
y Alcoholismo de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI).
«Además, si el alcohol se usa como forma de disminuir la
ansiedad social, el adolescente se acostumbra a manejarla utilizándolo, y
no aprende a resolver sus problemas por sí mismo. Por ello el alcohol
detiene o retrasa su desarrollo psicológico normal», matiza el doctor
Soutullo.
Para alertar a la población y a la vez estar prevenidos de
lo que se pueden encontrar, médicos de urgencia observan las modas en el
consumo de alcohol, importadas sobre todo de los Países del Este y el
Reino Unido y descritas ya en zonas de ocio turístico, que encuentran en
Internet su mejor altavoz.
«Probablemente es anecdótica su utilización, aunque nunca
sabemos cómo van a evolucionar las tendencias en adicciones», explica el
doctor Climent.
Alerta sobre las modas
Así el consumo de alcohol a través de las mucosas (como
sucede en el eyeballing, verter el alcohol en los ojos abiertos, o en el
tampodka o tampax on the rocks, aplicación de tampones empapados en
alcohol en la vagina o el ano) puede ocasionar una inflamación aguda en
las mismas que puede producir enfermedades locales como conjuntivitis y
queratitis y aumenta la incidencia de infecciones.
Con respecto al oxy-shots, ingerir el alcohol en
dispositivos de nebulización mezclado con oxígeno, amén de la
intoxicación etílica que como en los otros casos provoca, puede provocar
inflamación aguda de las vías respiratorias.
«El principal filtro y descontaminante de lo que se
‘absorbe’ por el tubo digestivo se encuentra en el hígado, ya que una de
sus funciones es transformar el alcohol en sustancias menos tóxicas.
Sin embargo, las venas de la cuenca ocular, el recto y la vagina no
pasan por este filtro y el alcohol que llega a la sangre a través de
estas vías afecta directamente a todo el organismo sin depurar», explica
el doctor Chamorro.
Es por esto que la toma de alcohol por estas vías
incrementa la concentración en sangre de forma mucho más rápida,
pudiendo llegar a ser potencialmente mortal.
Más extendido está mezclar alcohol con bebidas energizantes
que por la cafeína que contienen provocan una menor sensación de
embriaguez, lo que puede llevar a consumir en exceso y a medio plazo
favorecer la dependencia del alcohol.
Y es que el ‘consumo de riesgo’ –pauta de ingesta que
aumenta el riesgo de consecuencias nocivas para el bebedor y para
terceros y que puede conllevar daños psicológicos, sociológicos o
físicos– es muy habitual. Tanto como que en Europa está establecido en
beber más de 2 cervezas o vinos al día en mujeres o más de 4 en hombres.
Pero, sobre todo, es muy importante considerar que cualquier consumo es
de riesgo en embarazadas, durante la lactancia y en menores.
Vistas las cifras, se comprende la gravedad de un problema
para el que muchos expertos reclaman un debate social como el que en su
día se abrió con el consumo de tabaco.
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