Tras dos meses en el hospital, un chico de 14 años de Algarinejo se recupera «lentamente» de las graves secuelas de una grave intoxicación de alcohol y drogas que dos compañeros suyos del pueblo le obligaron a tomar con el fin de mofarse de él. «Habíamos quedado en el polideportivo municipal para salir todos los amigos e irnos a Iznájar», recuerda.
El chico participó esa noche, por tercer año consecutivo, en la peregrinación a Iznájar. Le acompañaban su madre y conocidos. También dos de los amigos que más tarde lo drogarían. El joven duda del momento en que los amigos le animaron a tomar alcohol y drogas. «Me dijeron que le diera una calada, era tabaco con sabor a menta» y añade: «Me mareé un poco». Más tarde, al parecer y con la intención de mofarse de él, le echaron algunas pastillas en la bebida en el camino a Iznájar.
Tal fue la cantidad y variedad de estupefacientes suministrados que el menor ingresó en estado grave en el hospital el pasado 8 de septiembre y con muy pocas esperanzas de salir adelante. Durante su hospitalización, el niño y su familia han sufrido demasiado: «Al principio no nos reconocía, no hablaba y sentía miedo», dice su madre, Rosa. «Cuando llegó a casa no dejaba de observar las fotos de la familia y no hablaba con sus hermanos. Incluso un día le preguntaron su nombre y no supo contestar», añade. Ahora, cada día, Francisco acompaña a sus hijos a la parada del autobús. «También los recojo para traerlos a casa». Y, aunque la distancia que separa la parada de casa es mínima, Francisco ya no se fía. «En cualquier momento pueden hacerle daño de nuevo», sostiene.
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