Las fiestas navideñas son unas fechas de celebración pero, en muchos casos, también de excesos que se asocian sobre todo a la comida y a la ingesta de alcohol. Durante la navidad se ingieren comidas ricas en sal y grasa, además de los típicos dulces, como turrones o mazapanes. Estos alimentos pueden provocar subidas de la tensión arterial, retención de líquidos, descompensación de la función cardiaca, digestiones pesadas, etcétera. Según el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, estas comidas excesivas e hipercalóricas multiplican el número de visitas a las consultas y a las oficinas de farmacia por problemas gástricos.
"Las comidas o cenas de estos días son situaciones puntuales que pueden tolerarse dentro de una dieta saludable, que es la que debe cumplirse durante el resto del año. Lo ideal es crear un menú en el que se consiga un equilibrio nutricional mediante la combinación de distintos grupos de alimentos, ya que una dieta variada es sinónimo de dieta equilibrada", manifiesta Vanesa Graca Iglesias, especialista en Nutrición y Dietética, miembro de la Fundación Española de Nutrición. En consecuencia, se puede disfrutar comiendo todo tipo de alimentos, pero es recomendable moderar las cantidades de los mismos siguiendo el hábito de realizar cuatro o cinco comidas diarias para evitar el atracón. Esta pauta sería también extrapolable al menú infantil, "pues el cambio alimenticio relacionado con la navidad es aún más acentuado en los niños".
Las consecuencias de la ingesta de comida, alcohol y tabaco de estos días se agravan para aquellas personas que padecen una enfermedad cardiovascular o factores de riesgo, como hipertensión, obesidad, diabetes o tabaquismo. "En el caso de los diabéticos estos deben vigilar el consumo de dulces navideños, caracterizados por las grandes cantidades de azúcar que contienen, y que puede conllevar subidas de azúcar", explica el profesor José María Cruz Fernández, vicepresidente médico de la Fundación Española del Corazón."En el caso de los hipertensos -continúa- estos deben ajustar muy bien la cantidad de sal que toman para no sufrir descompensaciones". Además, los hipertensos son más propensos a tener exceso de peso, y según algunos estudios, un aumento en el peso corporal de 10 kilos supone una diferencia de 20 mmHG en la presión arterial sistólica (máxima) y de 10 mmHG en la tensión arterial diástole (mínima). "Esta relación es mucho más evidente en los menores de 40 años y en las mujeres", expone el doctor Pedro Aranda, presidente de la Sociedad Española de Hipertensión Arterial-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial. "Al finalizar el periodo de navidades -añade- observamos un descontrol generalizado en las cifras de diabetes, hipertensión o trastornos lipídicos (colesterol), lo que aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares".
Sin tener que renunciar a los placeres que ofrecen al paladar estas fiestas, junto a la dieta moderada el experto José María Cruz aconseja "seguir practicando ejercicio físico. Se puede aprovechar para pasear relajadamente, actividad muy beneficiosa para el corazón que, además, ayuda a despejar la mente y a encontrarse con los amigos". Lo óptimo es continuar con una actividad física periódica y regular, no extenuante, como caminar durante media hora, y al menos tres o cuatro días por semana.
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