Nace en España el primer documento de consenso a nivel mundial para afrontar multidisciplinarmente dos de las ‘plagas’ del siglo
Grandes profesionales españoles en materia de nutrición,
bioquímica y biología molecular. Nutrigenómica, inmunonutrición,
endocrinología, epidemiología, pediatría, atención primaria, control
clínico y hospitalario, salud pública, educación, ciencias de la
actividad física y del deporte y medicina del deporte se han unido para
desarrollar el Primer Documento de Consenso del mundo sobre obesidad y
sedentarismo.
Coordinados por el profesor Gregorio Varela-Moreiras,
presidente de la Fundación Española de Nutrición y catedrático de
Nutrición y Bromatología de la Universidad San Pablo Ceu de Madrid,
todos han coincidido en la necesidad de realizar un abordaje integrado
del sobrepeso y la obesidad que analice todos los factores que influyen
en su desarrollo.
«Durante las últimas décadas se han producido cambios
importantes en los hábitos de vida de la población, tanto en los
patrones alimentarios como de actividad física, reflejados en un
progresivo abandono del estilo de vida mediterráneo. Cada vez se recurre
con más frecuencia a actividades de muy bajo coste energético, como las
videoconsolas, videojuegos, Internet, etc. Al mismo tiempo, situaciones
como la menor seguridad vial y ciudadana han hecho que disminuya de
forma considerable el porcentaje de adultos y niños que se desplazan a
pie o en bicicleta al trabajo y colegio, o que corren y juegan por las
calles», explica el profesor Varela-Moreiras.
Según la última Encuesta Nacional de Salud, cuatro de cada
diez personas (41,3 por ciento) se declara sedentaria al no realizar
ninguna actividad física en su tiempo libre. Por sexos, estos sucede en
uno de cada tres hombres (35,9 por ciento) y en casi una de cada dos
mujeres (46,6 por ciento).
Además, numerosos trabajos científicos asocian el
sedentarismo con factores de riesgo de múltiples enfermedades crónicas
(hipertensión arterial, colesterol elevado, triglicéridos, diabetes,
ciertos tipos de cáncer, etc), mientras que, por el contrario, una vida
físicamente activa produce numerosos beneficios para la salud y
disminuye el riesgo de mortalidad por enfermedades cardiovasculares.
Principales conclusiones
1. En la prevención del sobrepeso y la obesidad, y el
exceso de sedentarismo y la inactividad física, adquieren especial
relevancia los aspectos sociales. Ello significa que se debe fomentar,
por un lado, el hecho de que no solo es importante lo que se come y lo
que se bebe, sino también el cómo se come y cómo nos movemos, procurando
recuperar y/o mantener todo lo relacionado con la socialización de la
comida o la vida activa compartida. Existe la opinión unánime de
considerar a la familia, en sus diferentes estructuras, como el mejor
modelo de aprendizaje para unos hábitos alimentarios y de estilos de
vida adecuados y saludables. Por tanto, las políticas de prevención
deberían orientarse de manera prioritaria a poder llegar y comunicar con
el núcleo familiar.
2. En relación con el entorno familiar, se recomienda en
primer lugar evitar la presencia de televisión en el dormitorio
infantil/juvenil. En segundo lugar, se debería evitar comer viendo la
televisión, al mismo tiempo que la exposición del niño-adolescente a los
anuncios no adecuados relacionados con las temáticas del documento.
3. En cuanto a la alimentación habitual de consumo por
parte de los españoles, se vienen observando bajos consumos,
principalmente respecto a las recomendaciones de cereales y derivados,
verduras y hortalizas y legumbres. Por el contrario, se observa un
elevado consumo de carnes grasas, embutidos y en el límite superior a lo
recomendado en azúcares sencillos. Esto implica un perfil calórico
desequilibrado.
4. El Estilo de Vida Mediterráneo, considerado en todos sus
aspectos (alimentación, actividad física, socialización), en definitiva
como un óptimo de filosofía de vida, se considera el mejor modelo en la
prevención, probablemente también en el tratamiento, del sobrepeso y la
obesidad y el excesivo sedentarismo.
5. Independientemente de factores genéticos, familiares,
etc., hay evidencia científica suficiente de que la actividad física
deportiva regular disminuye el porcentaje de grasa corporal, y reduce
factores de riesgo asociados a enfermedad cardiovascular, diabetes o
ciertas formas de cáncer. Existe consenso científico en considerar la
práctica de actividad física como una herramienta útil para la
prevención de la obesidad, por lo que debe promoverse la actividad
física espontánea e impulsar la práctica deportiva, de transporte
activo, etc.
6. Llevar una vida activa debe asociarse no solo con un
mejor estado de salud, sino con el disfrute del tiempo y una mayor
sociabilidad, a todas las edades, pero de manera especial en la
población infanto-juvenil y de edad avanzada.
7. La prevención de la obesidad no se ha considerado como
objetivo prioritario en el contexto de las ciencias de la actividad
física y el deporte hasta muy recientemente. Es por esto que se propone
de manera urgente la inclusión de investigadores del ámbito deportivo, y
también del educativo, en los equipos multidisciplinares que deben
llevar a cabo las estrategias de prevención e intervención.
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