jueves, 5 de septiembre de 2013

El electrocardiograma quiere ser la contraseña definitiva

Bionym presenta una pulsera que registra el patrón de pulsaciones e impulsos eléctricos cardiacos del usuario para identificarlo ante toda clase de dispositivos



El electrocardiograma quiere ser la contraseña definitiva
La identificación por electrocardiograma sería única, segura y constante. Fotolia
Ni huellas dactilares, ni pupila, ni el rostro. La startup estadounidense Bionym cree que el identificador biométrico definitivo será el electrocardiograma. Porque es único, y realmente intransferible. Y ya han lanzado un dispositivo que lo analiza, lo caracteriza, e identifica a cada usuario sin ambigüedades.
«No son mejores que cualquier contraseña normal», ha explicado el fundador de la compañía a la web especializada The Verge. «Tu cara, tu iris. Son características físicas que se pueden robar, que vas dejando todo el rato por ahí».
Su idea es sustituir tanto las contraseñas como los identificadores biométricos convencionales por un dispositivo que, a través de un electrocardiograma, es capaz de identificar a cada usuario. Para eso identifica, más que el pulso, los impulsos eléctricos que hacen funcionar el corazón.
Para poner a prueba su idea han lanzado una pulsera, Nymi, que registra el electrocardiograma y es capaz de conectarse con toda clase de dispositivos para contrastar la identidad del usuario. Con ella puesta, aseguran, la identificación no solo es segura, sino constante. Un usuario podría dejar su ordenador un minuto y que nadie pudiera usarlo hasta que él vuelva.
Nymi –si se hace popular– pretende sustituir al resto de identificadores. Las contraseñas, las llaves del coche, las llaves de casa, el pasaporte y el resto de cosas que sirven para proteger la privacidad de los usuarios o identificarlos de manera inequívoca. La pulsera, que ya se puede pedir por 79 dólares en su página web, funciona mientras se lleva puesta. Para activarla solo hay que ponerla sobre una muñeca y tocar un pulsador metálico con la otra mano. Eso cierra el circuito y permite registrar la actividad cardiaca. A partir de ahí, no hace falta recordar más claves, ni llevar otros dispositivos.
La principal ventaja de esta tecnología es que, literalmente, no se puede robar. La huella cardiaca de una persona no cambia –salvo enfermedad– ni siquiera según su nivel de actividad.

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