Máquinas tragaperras, compras, internet, quinielas,
videojuegos, loterías, casinos, móvil, bingo . estas palabras
generalmente asociadas a actividades placenteras pueden llegar a ser
adictivas. La dependencia no tóxica como son el juego patológico o la
compra compulsiva tienen, generalmente, una mejor aceptación en la
sociedad que las adicciones a substancias nocivas tales como el alcohol
y las drogas. Sin embargo, presentan un grado de peligro, unas
consecuencias psicológicas y sociales similares a las que puede sufrir
un alcohólico o un drogadicto.
En Cenes de la Vega, la Asociación Granadina de
Jugadores de Azar en Rehabilitación (Agrajer), que cumplirá 20 años el
próximo 11 de octubre, acompaña en su rehabilitación a las personas que
padecen de adicciones no tóxicas. Andalucía cuenta con 12 asociaciones
que tratan la ludopatía y Agrajer es la única en la provincia de
Granada. Desde que existe trató alrededor de 3.500 casos, en su
mayoría, vinculados con la dependencia a los juegos de azar. Los
expertos definen el juego patológico como «la necesidad imperiosa de
jugar por encima incluso de la propia voluntad del enfermo en no
hacerlo». Esta dependencia reconocida de manera oficial por la
Organización Mundial de la Salud (OMS) presenta una sintomatología
particular: pensar continuamente en el juego y cómo conseguir dinero,
ansiedad, mentira, insomnio. « Se caracteriza por ser un comportamiento
desadaptativo, persistente y recurrente que altera la vida familiar,
personal o profesional», según la OMS. De hecho, conlleva consecuencias
graves como son la destrucción de la familia, el aislamiento social, el
hundimiento económico, los problemas judiciales y laborales.
Detrás de la adicción
Juan Luis Suárez, presidente de la asociación desde el
año 1998, es un jugador rehabilitado que lleva 18 años sin rellenar
boletos de apuestas al bingo. «En el 95% de los casos, detrás de un
jugador siempre hay otro problema», declara Juan Luis Suárez. El juego
patológico como cualquier otra dependencia suele ser una vía de escape
a algún conflicto personal. Los problemas escondidos más recurrentes
suelen ser la introversión, el fracaso en el ámbito laboral o escolar,
la dificultad para mantener relaciones sociales, la falta de afección o
bien un problema traumático durante la infancia.
«Ser adicto al juego es la peor dependencia que existe
porque no tiene límite de consumo. Un alcohólico se beberá un litro,
dos o tres y caerá en un coma etílico. Un jugador, su límite está en la
capacidad de conseguir dinero por lo cual se mantiene durante mucho más
tiempo con la dependencia», opina Suárez.
Etapas de la terapia
Actualmente, Agrajer acoge a 199 personas en
tratamiento, 184 de ellos son ludópatas y 15 tienen otro tipo de
adicción no tóxica como son la compra compulsiva, internet y los
videojuegos. «El modelo de tratamiento que tenemos es el sistema de
autoayuda y de apoyo mutuo que consiste en el intercambio de
experiencias entre las personas, siempre con usuarios que han superado
los problemas y otros que desean vencerlos», explica Suárez. Además,
los miembros en rehabilitación pueden contar con la asistencia de
profesionales de la psicología, trabajadores sociales, abogados y
orientadores familiares para recibir un tratamiento integral.
La terapia que ofrece el centro, concertada con la Junta
de Andalucía, se desarrolla en cuatro etapas con una duración
aproximada de tres años y es totalmente gratuita. El grupo preliminar
corresponde a la fase inicial del programa; durante una media de seis
semanas el nuevo usuario aprende las reglas básicas para dejar el
juego, el funcionamiento y las normas de la asociación.
La familia, pilar básico
Tras la etapa de acogida, el jugador se integra en el
grupo de inicio con una duración de entre seis meses y un año cuyo
objetivo es consolidar 'el dejar el juego'. «Una vez que se han
conseguido los objetivos básicos como son la abstinencia, empezar a
contar la verdad, que el familiar separe sus problemas de los del
jugador, que el usuario separe las causas de los efectos, pueden
empezar la fase de rehabilitación», señala Suárez. En esta tercera
etapa del programa, mediante una media de 12 sesiones de psicoterapia,
se procede a un repaso de todo el tratamiento. La presencia familiar
durante la terapia es fundamental dado que fuera de la asociación es
ella la que se encarga de la recuperación del jugador, desarrolla el
papel de tutor y lleva las normas. De hecho, el 53% de los jugadores
dice que los esfuerzos realizados durante el tratamiento vienen tanto
del familiar como del propio adicto, según una encuesta realizada en
2010 en el seno de la asociación.
«Es una enfermedad crónica, recidiva y progresiva, no
tiene cura sino rehabilitación. No puedes volver a jugar una vez que te
has recuperado...», revela el antiguo ludópata. La última fase del
proceso terapéutico corresponde al seguimiento. Durante 2 años los
jugadores rehabilitados acuden a una sola sesión de socioterapia al
mes. Una vez superado el último pilar del tratamiento, Agrajer mantiene
el contacto con sus usuarios mediante llamadas puntuales durante los
cinco años que preceden a su finalización para comprobar si los cambios
que se observaron perduran o no.
Asimismo, el usuario que renuncia al juego, debe
mantener este compromiso para evitar episodios de recaídas. En los
grupos de inicio hay en torno a un 10,9% de recidivas, el 13% de los
jugadores suelen recaer en los tres meses de tratamiento y el 7,4 % de
ellos recaen al cabo de dos meses, según la misma encuesta efectuada
con los usuarios de Agrajer en 2010. Sin embargo, la institución
obtiene buenos resultados dado que cuando se hizo la encuesta, el 96%
de las personas que seguían el tratamiento estaba abstinente. Asimismo,
el éxito en el tratamiento de los que finalizan la última etapa de
terapia estaba entorno al 98%, una cifra que afianza el centro para
seguir con sus acciones.
Investigación 'Copérnico'
Actualmente, el departamento de Personalidad, Evaluación
y Tratamiento Psicológico (PETRA) de la Universidad de Granada realiza
una investigación sobre las funciones ejecutivas de los individuos que
presentan alguna adicción en la ciudad de Granada y su periferia.
Agrajer colabora con los científicos mediante sesiones de encuestas y
muestras genéticas con los usuarios voluntarios del centro. La
investigación denominada Copérnico (Complicaciones neuropsicológicas y
de neuroimagen asociadas a la comorbilidad entre trastornos de
personalidad y consumo de cocaína) es un proyecto de tres años, empezó
en 2009 y está en su segundo año de investigación.
«Una de las hipótesis del estudio consiste en observar
las diferencias existentes entre pacientes con dependencia a la cocaína
y otros con el juego patológico en diversos componentes de las
funciones ejecutivas formadas por varios elementos como son la memoria
de trabajo, el razonamiento perceptivo, la toma de decisiones y la
percepción emocional», explica la coordinadora del estudio, Natalia
Albein Urios.
Además de las tareas realizadas por ordenadores y de
manera manuscrita, utilizan la técnica de Resonación Magnética
Funcional (RMF) ejecutada en colaboración con el Centro de Diagnóstico
de Granada (CEDISA) por medio de un mando y gafas. «Es un método más
sensible e innovador que sirve para detectar la activación de regiones
cerebrales claves para la comprensión de los mecanismos adictivos»,
declara la experta. Estudian las habilidades cognitivas y afectivas
necesarias para tener una conducta socialmente adaptada e inhibir
respuestas inadecuadas. El estudio se encuentra todavía en su fase de
recogida de datos por lo cual no se puede adelantar ningún resultado de
la indagación hasta que finalice en 2012.
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