Las primeras comidas abundantes, asociadas a la dieta anglosajona, logran aumentar la saciedad y reducir el picoteo.
Ramiro Navarro Granada Hoy
El
desayuno puede considerarse la comida más importante del día, pero cerca
de un 60% de los jóvenes no empiezan la alimentación diaria
adecuadamente. Heather Leidy, profesor asistente en el Departamento de
Nutrición y Fisiología del Ejercicio, apunta en un estudio reciente
que un desayuno rico en proteínas mejora significativamente el control
del apetito y reduce la ingesta del picoteo durante la tarde.
Aunque las indicaciones de este trabajo se han contrastado científicamente es importante subrayar que el trabajo analiza la dieta estadounidense basada en desayunos abundantes y proteicos, almuerzos ligeros y cenas tempranas. Según su teoría, publicada recientemente en la revista American Journal of Clinical Nutrition desayunar fuerte evita que durante el día apetezcan productos ricos en grasa o azúcar, lo que podría ayudar a mejorar el control del sobrepeso y la obesidad en el país americano.
Leidy es el primero en examinar el impacto del desayuno en el apetito diurno y nocturno, dando a entender que aquellos jóvenes que suelen picar más entre horas habitualmente no desayunan. En su estudio, participaron adolescentes con sobrepeso u obesidad de edades comprendidas entre los 18 y los 20 años.
Un grupo del estudio consumía un desayuno alto en proteínas consistente en huevos y carne de res magra, mientras el otro desayunaba sobre todo cereales. Cada desayuno consistía de 350 calorías. El desayuno alto en proteína contenía 35 gramos de proteína. Los participantes completaron cuestionarios y proporcionaron muestras de sangre durante todo el estudio. Además, antes de la cena, se sometían a una exploración del cerebro mediante imágenes de resonancia magnética parta analizar las señales cerebrales que controlan la motivación y la recompensa.
Por tanto, el consumo de un desayuno alto en proteínas conduce a un aumento de la sensación de "saciedad", junto con la reducción de la actividad cerebral que se encarga de controlar los antojos.
Aunque las indicaciones de este trabajo se han contrastado científicamente es importante subrayar que el trabajo analiza la dieta estadounidense basada en desayunos abundantes y proteicos, almuerzos ligeros y cenas tempranas. Según su teoría, publicada recientemente en la revista American Journal of Clinical Nutrition desayunar fuerte evita que durante el día apetezcan productos ricos en grasa o azúcar, lo que podría ayudar a mejorar el control del sobrepeso y la obesidad en el país americano.
Leidy es el primero en examinar el impacto del desayuno en el apetito diurno y nocturno, dando a entender que aquellos jóvenes que suelen picar más entre horas habitualmente no desayunan. En su estudio, participaron adolescentes con sobrepeso u obesidad de edades comprendidas entre los 18 y los 20 años.
Un grupo del estudio consumía un desayuno alto en proteínas consistente en huevos y carne de res magra, mientras el otro desayunaba sobre todo cereales. Cada desayuno consistía de 350 calorías. El desayuno alto en proteína contenía 35 gramos de proteína. Los participantes completaron cuestionarios y proporcionaron muestras de sangre durante todo el estudio. Además, antes de la cena, se sometían a una exploración del cerebro mediante imágenes de resonancia magnética parta analizar las señales cerebrales que controlan la motivación y la recompensa.
Por tanto, el consumo de un desayuno alto en proteínas conduce a un aumento de la sensación de "saciedad", junto con la reducción de la actividad cerebral que se encarga de controlar los antojos.
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