La eliminación de la fecha de
caducidad en los yogures tiene una clara motivación detrás: la mitad de
la gente no distingue esa etiqueta de la de consumo preferente
Ideal Granada
Habló Miguel Arias Cañete y fue taxativo: "No habrá dos fechas en los yogures, para no volver locos a los consumidores".
Se refería el ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente a
la decisión de permitir que los fabricantes tengan solo la obligación de
informar de la fecha de consumo preferente de sus yogures, no la de
caducidad. ¿Por qué no dos etiquetas? Probablemente, porque la mitad de
la gente no sabe distinguirlas.
Un estudio llevado a cabo en Irlanda
-un país de un nivel de desarrollo similar al de España- reveló que,
aunque el 96% de las personas dicen saber distinguir entre la fecha de
consumo preferente y la de caducidad, cuando se les pone a prueba, solo
el 50% acierta en la práctica. De hecho, otro estudio,
en este caso de la Confederación Española de Cooperativas de
Consumidores y Usuarios (Hispacoop), concluía que "la confusión respecto
a las fechas de caducidad y de consumo preferente de los alimentos
conlleva comportamientos equivocados".
El mismo análisis establecía que "se
desechan muchos alimentos con fecha de consumo preferente expirada
porque el consumidor considera que a partir de esa fecha, el producto no
es del todo seguro para comerlo o que el producto no tiene buen sabor y
ha perdido su calidad, cuando en realidad significa que el alimento ya
no conserva sus calidades específicas o nutricionales, pero no quiere
decir que no sea seguro para comerlo. Por el contrario, la fecha de
caducidad, que indica que el fabricante pone como límite de consumo
dicho alimento y que, por lo tanto, a partir de ese momento el alimento
no es del todo seguro para la salud, se le ha atribuido, en una
proporción menor, un significado erróneo al señalar que a partir de esa
fecha el alimento no tiene buen sabor y ha perdido su calidad o que no
conserva sus cualidades pero que es seguro para comerlo".
Aunque parezca una cuestión menor,
saber diferenciar entre ambas etiquetas es importante. Esa confusión es
una de las causas detrás de que, según las cifras de Hispacoop, "la
cantidad de alimentos que se tiran en un año en los hogares españoles y
que habían podido ser válidos para el consumo, asciende al millón y
medio de toneladas". Más de medio kilo de alimentos por persona a la
semana que se tira por error, ya sea por el 'lío de las etiquetas' o por
otros motivos.
El caso es que, probablemente
sabedores de esto, desde el Ministerio de Arias Cañete han decidido
simplificar el proceso de consumo de alimentos y eliminar fechas de
caducidad. Han empezado por los yogures, pero es de esperar que
continúen próximamente por otros productos que tampoco caducan, como
magdalenas, galletas, pasta, miel, derivados de cereales, legumbres,
vino, jamón curado, cerveza, bebidas con una graduación superior al 10% o
algo tan elemental como los huevos.
Este proceso de eliminación de fechas,
por cierto, "genera inquietud y preocupación por cómo se está
haciendo", según la asociación de consumidores Facua. Su portavoz Rubén
Sánchez, explicó que "no sabemos si a los consumidores se nos está
tomando el pelo, porque se decía que no se comiera un yogurt después de
28 días y ahora sí. No sabemos si se ha estado provocando que tiráramos
comida y beneficiáramos así a la industria o si ha cambiado la forma de
hacer yogures". Quién sabe si, una vez que los yogures se nos vendan sin
etiquetas, acaban aún en mayor número en la basura por la incertidumbre
de no saber si están buenos. Por eso, más que nunca, conviene
informarse bien con la comida y pensarlo razonadamente antes de tirar
nada al cubo.
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