Cuidado con las luces de la televisión
Algunas imágenes pueden causar crisis a los que padecen una forma fotosensible de epilepsia.
(Granada Hoy) Ainhoa Iriberri
El
riesgo es mínimo pero no se sabe a quién le puede tocar. Un estudio
presentado en la reunión anual de la Sociedad Española de Neurología
(SEN) ha puesto de manifiesto un peligro asociado a la televisión
desconocido hasta ahora por la mayoría de la gente. Ciertas imágenes
emitidas en las televisiones españoles pueden provocar crisis
epilépticas en personas susceptibles de sufrir la forma fotosensible de
la enfermedad.
La buena noticia es que, una vez identificado el problema, no todos los afectados tendrán que recibir el tratamiento antiepiléptico recomendado para las formas clásicas de la enfermedad. La mala, que es muy difícil saber si se está predispuesto a esta epilepsia fotosensible, por lo que la posibilidad de que la televisión desencadene una crisis es casi imposible de descartar. El problema no es nuevo, como explica el coordinador del trabajo y miembro del Grupo de Estudio de Epilepsia de la SEN, Jaime Parra. "Se sabe ya desde los inicios de la televisión". Entonces ¿por qué no se toman medidas para evitarlo? La realidad, como denuncia la SEN, es que se pueden tomar medidas. De hecho, dos países prohíben la emisión de imágenes que puedan causar crisis a los epilépticos fotosensibles. Eso sí, en ambos, fue una crisis de salud pública la que provocó el cambio de normativa.
En Reino Unido, el detonante fueron un par de anuncios de televisión con muchos flashes que, en 1993, "hizo que se viera que había que poner coto". En realidad, pasaba lo que ya se había visto en grandes primates, que los estímulos luminosos podían desencadenar la crisis de un tipo de epilepsia con un fuerte componente genético. "Esto no quiere decir que podamos bajar la guardia si no lo tiene ningún familiar, hablamos de un escenario mucho más complejo", apunta Parra.
En Japón, el otro país concienciado con los riesgos de la televisión y la fotosensibilidad, el cambio vino en 1997. Un desarrollador de videojuegos creo una versión de Pokemon que mezclaba flashes de color azul y rojo. Esta mezcla, que hacía del juego algo muy atractivo, acabó con cerca de 700 niños en urgencias.
"En el resto de países no parece haber consciencia de que existe este problema; no creo que se deba a la falta de interés", reflexiona Parra. Precisamente el estudio que acaban de presentar pretende ser una llamada de atención ante un problema que afecta especialmente en la pubertad y los primeros años de la juventud. "Hay factores añadidos, como la falta de sueño propia de esta edad o el acudir a discotecas con luces potentes", comenta el neurólogo.
Para llevar a cabo su trabajo, los investigadores dirigidos por Parra analizaron la programación matinal de cinco televisiones nacionales (La 1, Antena 3, Cuatro, Telecinco y la Sexta), una infantil (Clan) y un canal musical (Kiss TV). Utilizaron un analizador de patrones lumínicos para emisiones audiovisuales, precisamente el que se usa en Reino Unido para saber que los programas se ajustan a la legislación. Fueron más de 1.000 las imágenes que no pasarían el filtro si se emitieran en Reino Unido; es decir, que podrían potencialmente provocar crisis epilépticas a los predispuestos genéticamente.
Explica Parra que el sistema para evitar estas imágenes es relativamente sencillo desde el punto de vista técnico. "Se prohíbe que haya destellos luminosos de cualquier color de más de tres hertzios y, si son rojos, han de ser menores a un 1 hertzio. Lo que se valora es cuanta estimulación llega a la retina", resume. Otra dificultad añadida a esta problemática es que las crisis de epilepsia fotosensible no siempre son fáciles de reconocer. En niños pequeños, de entre seis y ocho años es, por ejemplo, un síntoma que se acerquen demasiado a la televisión. "Desarrolla una especie de atracción fatal, que se acompaña de sensaciones placenteras, que se correlacionan con las descargas epilépticas. En ocasiones, sufren pequeñas sacudidas que pueden pasar fácilmente desapercibidas", subraya .
Si los padres detectan algún comportamiento de este tipo, han de consultar al pediatra, que los derivará al especialista si lo considera necesario. Lo bueno de este tipo de epilepsia frente a la tradicional es que se suele detectar el estímulo que la provoca. "Lo que se hace es reproducirlo en el laboratorio para confirmarlo", señala Parra. Esto puede evitar que, con ciertas pautas de comportamiento el paciente no tenga que medicarse de por vida.
La buena noticia es que, una vez identificado el problema, no todos los afectados tendrán que recibir el tratamiento antiepiléptico recomendado para las formas clásicas de la enfermedad. La mala, que es muy difícil saber si se está predispuesto a esta epilepsia fotosensible, por lo que la posibilidad de que la televisión desencadene una crisis es casi imposible de descartar. El problema no es nuevo, como explica el coordinador del trabajo y miembro del Grupo de Estudio de Epilepsia de la SEN, Jaime Parra. "Se sabe ya desde los inicios de la televisión". Entonces ¿por qué no se toman medidas para evitarlo? La realidad, como denuncia la SEN, es que se pueden tomar medidas. De hecho, dos países prohíben la emisión de imágenes que puedan causar crisis a los epilépticos fotosensibles. Eso sí, en ambos, fue una crisis de salud pública la que provocó el cambio de normativa.
En Reino Unido, el detonante fueron un par de anuncios de televisión con muchos flashes que, en 1993, "hizo que se viera que había que poner coto". En realidad, pasaba lo que ya se había visto en grandes primates, que los estímulos luminosos podían desencadenar la crisis de un tipo de epilepsia con un fuerte componente genético. "Esto no quiere decir que podamos bajar la guardia si no lo tiene ningún familiar, hablamos de un escenario mucho más complejo", apunta Parra.
En Japón, el otro país concienciado con los riesgos de la televisión y la fotosensibilidad, el cambio vino en 1997. Un desarrollador de videojuegos creo una versión de Pokemon que mezclaba flashes de color azul y rojo. Esta mezcla, que hacía del juego algo muy atractivo, acabó con cerca de 700 niños en urgencias.
"En el resto de países no parece haber consciencia de que existe este problema; no creo que se deba a la falta de interés", reflexiona Parra. Precisamente el estudio que acaban de presentar pretende ser una llamada de atención ante un problema que afecta especialmente en la pubertad y los primeros años de la juventud. "Hay factores añadidos, como la falta de sueño propia de esta edad o el acudir a discotecas con luces potentes", comenta el neurólogo.
Para llevar a cabo su trabajo, los investigadores dirigidos por Parra analizaron la programación matinal de cinco televisiones nacionales (La 1, Antena 3, Cuatro, Telecinco y la Sexta), una infantil (Clan) y un canal musical (Kiss TV). Utilizaron un analizador de patrones lumínicos para emisiones audiovisuales, precisamente el que se usa en Reino Unido para saber que los programas se ajustan a la legislación. Fueron más de 1.000 las imágenes que no pasarían el filtro si se emitieran en Reino Unido; es decir, que podrían potencialmente provocar crisis epilépticas a los predispuestos genéticamente.
Explica Parra que el sistema para evitar estas imágenes es relativamente sencillo desde el punto de vista técnico. "Se prohíbe que haya destellos luminosos de cualquier color de más de tres hertzios y, si son rojos, han de ser menores a un 1 hertzio. Lo que se valora es cuanta estimulación llega a la retina", resume. Otra dificultad añadida a esta problemática es que las crisis de epilepsia fotosensible no siempre son fáciles de reconocer. En niños pequeños, de entre seis y ocho años es, por ejemplo, un síntoma que se acerquen demasiado a la televisión. "Desarrolla una especie de atracción fatal, que se acompaña de sensaciones placenteras, que se correlacionan con las descargas epilépticas. En ocasiones, sufren pequeñas sacudidas que pueden pasar fácilmente desapercibidas", subraya .
Si los padres detectan algún comportamiento de este tipo, han de consultar al pediatra, que los derivará al especialista si lo considera necesario. Lo bueno de este tipo de epilepsia frente a la tradicional es que se suele detectar el estímulo que la provoca. "Lo que se hace es reproducirlo en el laboratorio para confirmarlo", señala Parra. Esto puede evitar que, con ciertas pautas de comportamiento el paciente no tenga que medicarse de por vida.
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