Brackets que provocan llagas, ligaduras que saltan,
cadenetas, gomas elásticas y minúsculas que presionan para encajar las
mandíbulas,... Todo aquel que tenga ortodoncia sabe de qué se está
hablando. Un tratamiento con más o menos dolor para lograr una sonrisa de anuncio.
En los últimos tiempos no son pocas las personas adultas
que acuden a su dentista para ponerse aparato. Se suele pensar que se
utiliza por estética, pero no siempre es así. Otro de los motivos es la salud buco dental,
algo a lo que no se le da la importancia necesaria. Muchos pacientes
precisan tenerlo durante un tiempo (entre dos y cuatro años está la
media) para corregir desde una pequeña imperfección en la dentadura hasta casos más complicados.
A medida que uno va creciendo los maxilares son como
arcilla. Aplicando la presión necesaria se consigue modificar en la
dirección adecuada los dientes. Para ello se utilizan los brackets (sirven para realizar movimientos poco complejos a nivel dental, como alinearlos) y frenillos
(indicados para dirigir o guiar el crecimiento de los huesos de la
boca), que cambiarán la forma de la mandíbula. El tratamiento es menos
doloroso entre los ocho y catorce años, resulta más fácil modificar los
maxilares y dar una nueva forma a la arcada dental.
Tras una sonrisa sin problemas aparentes a la vista se pueden ocultar tres muelas y un colmillo de leche,
teniendo un quinto colmillo, el definitivo, aparcado justo detrás del
de leche durante tres años –ya quisiera tener tantos un vampiro–. Y a
ojos de la radiografía, las encías de la mandíbula inferior chocando
unas contra otras pronosticando en un primer momento el ortodoncista de
turno que "los premolares –los que tenían que nacer tras quitar los de
leche– no saldrían nunca porque estaba envueltos por el nervio". Es el
caso de una chica a los 20 años de edad que tras cuatro con la
ortodoncia llega al fin de su tratamiento, y con los premolares fuera.
Ponerse aparato de adulto tiene sus ventajas. Según
varios odontólogos al tener la mandíbula desarrollada, una vez que
finalice el tratamiento los dientes no deberían de moverse (sobre
todo si se les hace caso utilizando el retenedor –una funda
transparente- por el tiempo que se estime). El inconveniente: el dolor,
sobre todo los primeros meses y puntualmente tras algunas de las
revisiones, dependiendo de cuántas cosas mueva o no el ortodoncista de
su boca. Los alimentos fundamentales serán blandos y líquidos. Los
helados también son muy buenos, recomendados por los propios dentistas.
Utilizar un tipo de ortodoncia u otra dependerá del propio paciente ya que varían según el precio. Los ortodoncistas suelen recomendar los fijos que se componen principalmente de alambres y brackets,
la parte del aparato fijo que va pegado al diente y donde se introducen
dichos alambres. Los brackets metálicos son los convencionales y
preferidos por los dentistas ya que aceleran ligeramente el proceso del
tratamiento respecto a los casi invisibles, de cerámica. Eso sí, ambos
cumplen la misma función, la diferencia está en el tipo de material
utilizado puesto que es más costoso, por lo tanto el tratamiento también
se encarece.
Existe otro tipo de ortodoncia, la removible.
Son aparatos de acrílico que por unos ganchitos metálicos se aguantan
en los molares. Sirven para corregir defectos óseos, como el problema de
paladar estrecho que nos provoca una mordida cruzada posterior. Están
más bien indicados para los pequeños aprovechando su crecimiento, pero
algunos arrastran ese problema y de adultos, a pesar de los doloroso que
resulta, necesitan utilizarlo. En muchas ocasiones se junta con la
ortondoncia convencional, un tratamiento más duro.
Si tiene pensado ponerse aparato valore bien el por qué y
si le merece la pena. De la misma forma acuda a varios ortodoncistas
para obtener las diferentes opiniones y presupuestos. No son baratos
–tirando por lo bajo, entre los 2.000 y 3.500 euros oscila– y dependiendo del caso consta de una duración y dolor diferentes. Un tratamiento cuyo resulta final merece la pena.
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