Un comité de expertos activa el protocolo contra esta enfermedad en la provincia, donde los casos se tratarían en el Virgen de las Nieves
Los países de origen del virus del ébola están localizados en el mapa del continente africano, específicamente en Guinea Conakry, Liberia y Sierra Leona, que concentran la mayoría del brote, pero la frontera de cualquier país puede ser atravesada por contagiados por este mortífero mal, por eso las autoridades sanitarias andaluzas –y en concreto las granadinas– han activado protocolos específicos por si algún caso de ébola –o sospecha del mismo– irrumpe en la provincia, como ya ha ocurrido en Bilbao y en Alicante, donde finalmente las pruebas realizadas han dado negativas.
Las alarmas sanitarias por este tema se han activado en una decena de ocasiones durante los últimos meses en España y aunque en Granada no ha habido ningún incidente por el momento, hace dos semanas se reunió un comité de expertos de la capital en el hospital Virgen de las Nieves, que sería el lugar donde acabaría ingresado cualquier afectado, cuenta Juan Aguilera, subgerente de ese centro y del Clínico. Él y el director médico Manuel García Montero coinciden no obstante en mantener la calma ante el ébola, «menos contagioso que la gripe aviar, por ejemplo, aunque más letal».
Los galenos señalan que todos los hospitales de Granada y de la provincia –los comarcales– cuentan con habitaciones de «aislamiento de contacto» ante la eventualidad de que pudieran aparecer casos de ébola, aunque sería en el Virgen de las Nieves –en el área de infecciosos– donde se centralizarían los casos.
Todos los puntos asistenciales, esto es, el hospital de Santa Ana en Motril, el de Baza y los centros de salud de la provincia disponen también de trajes especiales para tratar a posibles contagiados por el maldito virus, que está causando estragos en África y que incluso se ha cobrado una víctima española, el misionero Miguel Pajares, que contrajo la enfermedad en Liberia.
Guantes y gafas
«En las últimas semanas hemos mandado unos 500 trajes de protección, mascarillas, patucos, dobles guantes y gafas a toda la red sanitaria y hemos establecido dónde –en qué habitaciones– se aislaría al enfermo hasta su traslado al Virgen de las Nieves. También está solucionado cómo se esterilizaría la ambulancia tras el traslado», explica Juan Aguilera, quien recalca que el plan establecido es similar al de la gripe aviar, «pero incluso con menor nivel de exigencia que entonces porque este bicho es menos contagioso», ilustra el especialista.
Este último, junto con microbiólogos, expertos en enfermedades infecciosas, urgenciólogos y el personal de laboratorios determinaron hace dos semanas cómo adaptar el protocolo establecido por la Organización Mundial de la Salud y por el ministerio a las características de Granada. Los resultados ya se los han comunicado a los trabajadores implicados.
Así, en el detallado manual de instrucciones figura que la persona presuntamente contagiada ha de ser llevada a toda prisa a una unidad de enfermedades infecciosas de alta seguridad. El reglamento ordena que el traslado se haga en una ambulancia en la que el conductor estará aislado del habitáculo en el que viaje el paciente. Los expertos que vayan junto a él, además de haber sido informados de los riesgos que entraña esa delicada tarea, deberán utilizar o el equipo de protección personal que ya tienen en su haber. Una vez concluido el operativo, el vehículo de emergencias, los ropajes, ... tienen que ser desinfectados o, en su caso, destruidos.
A continuación, el enfermo entraría en una habitación individual con presión negativa, lo que impide que el virus salga al exterior. De esta forma, el germen patógeno permanece confinado en el área reservada y se conjura el peligro de que pueda propagarse. «Bueno, según los últimos procedimientos solo se exige una habitación de aislamiento de contacto. Aquí, en el Virgen de las Nieves, se sitúan en la cuarta planta, donde siempre se ha tratado la tuberculosis», explica Manuel García Montero.
Las medidas de seguridad en esas estancias son extremas: incluso ha de llevarse un estricto registro de todos los que entren o salgan de ellas.
A través de fluidos
Los médicos y enfermeros que estén en contacto directo con el posible positivo por ébola tienen que utilizar mascarillas, guantes dobles –y lavarse las manos antes y después de tocar al enfermo–, batas impermeables... Ni un centímetro de piel debe quedar expuesto. «Contamos con material de protección incluso más armado, como son los trajes que se usan en las salas blancas y de producción celular, pero es que para el ébola solo son necesarios monos de cuerpo completo que eviten el contacto», recalcan los directivos granadinos.
Dado que la enfermedad en cuestión se transmite a través de los fluidos o secreciones corporales, las muestras que se extraigan a los pacientes deben guardarse en recipientes a prueba de fugas. «En los últimos días también hemos comprado botes de doble seguridad para introducir en ellos la sangre o fluidos del paciente y enviar los mismos a Madrid, al hospital Carlos III, que es donde se harían las pruebas definitivas que determinarían si el individuo padece o no la patología. Nuestros epidemiólogos habrían determinado previamente que era una sospecha», explica Manuel García Montero, director médico del Virgen de las Nieves. En el centro madrileño permanece ingresada la hermana Juliana Donoha Bohe, que todavía tendrá que esperar otros 9 días para poder descartarse definitivamente que no padece ébola.
Los criterios que determinan que una persona puede estar infectada son los siguientes: fiebre alta –más de 38,3 grados de temperatura– y al menos dos de estos síntomas: dolores musculares, de cabeza o de garganta, vómitos y hemorragias. Además, cómo no, que proceda de los países donde se sitúa el brote.
«En las pateras no hay un riesgo elevado, ya que los individuos que las ocupan tardan meses en alcanzar la costa española desde que salen de sus países y el ébola da la cara en semanas. La única vía de llegada serían vuelos directos», abunda Juan Aguilera, quien recuerda que el periodo de incubación fluctúa entre dos y 21 días.
Por el momento, y aunque hay varios fármacos en periodo de pruebas –alguno de ellos se está administrando ya de manera excepcional–, no existe cura ni vacuna para el ébola. Y es uno de los virus más letales que se conocen: su tasa de mortalidad oscila entre el 50% y el 90%. Es decir, que entre cinco y nueve de cada diez personas que lo contraen acaba falleciendo.
El germen se adquiere por el contacto directo con sangre, secreciones, fluidos, tejidos y órganos de pacientes vivos o que han muerto a causa del ébola –a los cadáveres no se les hace la autopsia–.
«Una vez aquí lo trataríamos como una gripe, con mantenimiento de constantes vitales, no se puede hacer otra cosa: paracetamol, suero... Los pacientes no son contagiosos si no tienen los síntomas. Esto es, si no estás con 38,5 de fiebre no lo transmites. Por eso en los aeropuertos lo que están haciendo sencillamente es controlando la fiebre y solo le dan el alto y estudian a los individuos que tienen temperaturas altas», apostilla Juan Aguilera.
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