viernes, 14 de marzo de 2014

Un estudio de la UGR aconseja al Gobierno que apueste más por las penas alternativas a la prisión


El informe, elaborado a a instancias de la Defensora del Pueblo, defiende las condenas de localización permanente o los trabajos para la comunidad

Ideal Granada





La escena es deprimente: una jueza de Granada ‘intenta’ condenar a nuevo pobre que ha cometido un delito menor, pero no encuentra una multa lo suficientemente leve como para que el reo pueda abonarla. El acusado no tiene trabajo ni casa y percibe una ayuda tan magra que apenas le llega para comer. La magistrada se desespera: «¡Esto no puede ser!». El caso es real y, desde que la crisis empezó a mostrar su colmillos, escenas como esta se repiten prácticamente a diario en los tribunales de aquí y de allá.
Parece evidente que la ley debe adecuarse a una realidad social en la que la ruina se ha democratizado y han alcanzado a casi todos los estratos sociales. En este sentido, la Universidad de Granada (UGR) ha propuesto al Gobierno que establezca un sistema que permita conocer la situación económica de un procesado para ajustar las sanciones a su posibilidades reales de pagarlas. Se evitaría así que personas que han caído en la indigencia tengan que hacer frente a desembolsos que no se pueden permitir, salvo que se quiten de comer, claro. Además, el impago puede suponer una nueva acusación, esto es, la creación de un círculo vicioso de muy mal pronóstico.
Para conjurar ese riesgo, los expertos de la UGR apuestan por configurar «un procedimiento específico de investigación de la capacidad económica del imputado y/o del condenado, con el fin de dotar de contenido sustancial al sistema de ‘días-multa’, de manera que el órgano judicial disponga de información suficiente para fijación de la cuota diaria», indica la institución académica.
Pero el estudio de la UGR, que la universidad elaboró a instancias de la Defensora del Pueblo y cuyas conclusiones aparecen en el último informe anual de la institución –el referido a 2013– que dirige Soledad Becerril, defiende, sobre todo, la oportunidad de que el Gobierno, a la hora de castigar los delitos de menor relevancia, acuda en mayor medida a las condenas alternativas a la prisión. De hecho, el documento recomienda llevar a cabo reformas legales que, por ejemplo, ayuden a la generalización de las penas de trabajos en beneficio de la comunidad, un instrumento habitual en la justicia infantil y juvenil y que, tradicionalmente, ha producido buenos resultados. Para los especialista de la UGR y, por ende, para la Defensora del Pueblo sería necesario «aprobar una norma con rango de ley que establezca las condiciones fundamentales de la ejecución de las penas no privativas de libertad, incluidos los trabajos en beneficio de la comunidad; en este último caso, en el artículo 49 del Código Penal se detecta la ausencia de elementos relevantes del régimen jurídico de dicha pena que deberían aparecer en una norma con norma de ley», insiste el estudio.
También consideran que el Gobierno debería «ampliar el ámbito de aplicación de la localización permanente», básicamente, las pulseras telemáticas que permiten tener controlado a un preso fuera de los muros de la prisión.
A juicio de los expertos, este castigo podría dar respuesta a «más infracciones y, para el caso de que terminen desapareciendo las faltas», podría servir para «los nuevos delitos menores que pudieran surgir», refiere el estudio.

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