Gonzalo es padre de ocho hijos pero «siempre te lo encuentras en casa con su batín». Se ha criado rodeado de mujeres y es «muy mari». En él, Manolo Medina encontró la inspiración para escribir ‘Dos hombres solos sin punto com ni ná’, una divertida comedia con una sucesión de ‘gags’ y monólogos.
Pero en este montaje se le da una vuelta de tuerca al asunto. Dos hombres solteros comparten piso. Uno trae el dinero a casa. El otro, muy afeminado, se encarga de las labores domésticas «siempre con su delantal y un abanico». No son pareja, de hecho ninguno de los dos es homosexual, pese a lo que afirman las habladurías del vecindario. La convivencia entre dos personas tan diferentes provoca toda una serie de situaciones que derivan en la carcajada. «Son dos horas de risas continuas, el público acaba con dolor de barriga», afirma Medina. Son escenas cotidianas, con las que el patio de butacas se identifica, y expuestas con un lenguaje llano y directo. De hecho, los espectadores son un intérprete más de esta comedia doméstica «e interactiva».
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