Las prácticas intervencionistas en la asistencia hospitalaria del parto han motivado que colectivos de padres y profesionales de la salud reivindiquen un abordaje menos sistemático y más capacidad de la mujer para decidir.
Paola García Costas | (granada hoy) Con la tecnificación de los partos en los hospitales, se ha ganado en prevención de morbilidad y mortalidad, pero la mujer ha perdido intimidad, protagonismo y capacidad de decisión sobre aspectos tan personales como la actitud durante la dilatación o la posición de parir. En 1985 la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció innecesarias prácticas de la atención rutinaria al parto como el rasurado, la aplicación de enema, la episiotomía o la separación de la madre y el bebé.
Paloma García tiene 32 años y dio a luz a su primer hijo el pasado 4 de noviembre. Durante los meses previos, ella preparó el alumbramiento y elaboró un plan de parto. "Documento donde la mujer indica al personal hospitalario cómo quiere que traten el proceso y a su recién nacido. Este documento lo hace cada una a su libre albedrío, como buenamente puede porque no hay un estándar", explica Paloma. Entre sus peticiones estaba tener libertad de movimiento o no ser explorada por cualquier personal asistente como alumnos de medicina en prácticas. Sin embargo, al romperse la bolsa amniótica el parto de Paloma fue considerado de alto riesgo y entró en un protocolo que desconocía. Según ella, sus 16 horas de parto fueron una negociación continua con el personal del hospital, "algunos muy humanos y flexibles, otros, los de mayor rango, agarrados al protocolo que no valora individualidades. El balance fue positivo , pero la experiencia difícil ya que tuve que luchar continuamente el que se respetaran consideraciones como que no lavaran a mi bebé hasta que estuviera un tiempo en contacto conmigo". En este sentido, Rocío Masó, que ahora está embarazada de tres meses y que dio por primera vez a luz el 26 de marzo de 2007, narra, "mi vivencia no fue mala pero advertí que la palabra de la madre no se tiene en consideración. A mí me rompieron la bolsa sin permiso, como si fuera un mueble de serie. Además, debido a que mi hijo tenía la cabeza pequeña los profesionales sanitarios valoraron que su cuerpo también lo sería y tiraron de él por norma. Al tirar me desgarraron la vagina y le hicieron una pequeña fisura en la clavícula al bebé; su cuerpo era más gran de lo que pensaron". Según Almudena Rodríguez, coordinadora en Andalucía de la asociación El Parto es Nuestro, "que la mujer retome el poder sobre la naturaleza y la biología de su parto será muy difícil en una sociedad tan tecnológica e industrializada. Hay un excesivo intervencionismo en el alumbramiento, se lo trata casi como si fuera una enfermedad".
En este sentido, el presidente de la Sociedad Andaluza de Ginecología y Obstetricia, el doctor Santiago Carrasco Rico, manifiesta estar de acuerdo con que se mejore la intimidad o el acompañamiento, así como la capacidad de decisión de la mujer en su parto como, por ejemplo, que pueda estar de pie o coma, "siempre y cuando la vigilen y se preserve su seguridad y la de su hijo". Sin embargo, el doctor resalta que "no se deben confundir los deseos personales con las necesidades de la fisiología de un parto. Los ginecólogos intervenimos bajo la rigurosa evidencia científica, en caso necesario, no por comodidad profesional". Solamente en el Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba, donde el doctor Carrasco es jefe de sección de Obstetricia y Ginecología, durante el 2008 se realizaron 4.398 partos, con 4.468 nacidos. Del conjunto, hubo una tasa de cesárea del 19,6%; un 16% de partos instrumentales por vía vaginal; y anestesisa epidurales en el 70% de los casos. Al 60% de las madres primíparas se realizó una episiotomía, un 27% en las madres secundíparas, y un 6% en las tercíparas.
Durante el parto hay una confrontación de fuerzas, la fuerza de empuje del feto hacia el exterior tiene la resistencia que se produce en el paso por el canal del parto. "En consecuencia, hay que enseñar a la mujer a utilizar su pujanza de la mejor forma, favoreciendo posturas entre las que no se encuentra estar tanto tiempo tumbada como exige la monitorización. Durante mi carrera he hecho un estudio biomecánico exhaustivo del parto humano", explica el doctor José Francisco Fernández Godoy, uno de los ginecólogos que inauguró la asistencia de partos en el Hospital Universitario Virgen Rocío en Sevilla. Profesionales sanitarios y colectivos de padres trabajan porque las mujeres debidamente informadas puedan elegir sobre como desean que se desarrolle el parto de bajo riesgo. Entre los objetivos está reconquistar la naturaleza y las emociones que hay en el alumbramiento de otro ser vivo, siempre y cuando no suponga un peligro para la salud de la madre y del recién nacido. "En el parto la mujer no es un trozo de carne que da vida a otro trozo de carne. Es una persona con nombre y apellidos que da a luz a otra persona", defiende Paloma. La coordinadora andaluza de El Parto es Nuestro coincide con esta postura y argumenta, "el cambio en la concepción del parto tiene varios frentes como educar desde la infancia a las mujeres para que le pierdan el miedo y lo vean como algo natural, así como formar a los profesionales en formas de asistir a la madre y al recién nacido".
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