Maderas con clavos enterradas en el suelo o
alambres colocados estratégicamente -incluso a la altura del cuello- son
algunas de las amenazas para los amantes de las dos ruedas en el campo
Ideal Granada
Para muchos, la bicicleta de montaña ha dejado de ser un
deporte en el que se disfruta del aire libre para pasar a convertirse en
un deporte de riesgo. Y no por la peligrosidad de los caminos ni por la
velocidad a la que bajan por las prolongadas pendientes ni por la
complejidad de las rutas. El verdadero peligro para los aficionados a
este deporte son las trampas que se encuentran en los caminos.
No es una práctica generalizada, pero cada vez son más los
casos en los que se denuncia la aparición de estas trampas en senderos y
caminos. Muchas de ellas tienen el objetivo de dificultar el paso, de
provocar averías en las bicicletas -también en motos y quads-, pinchazos
o rotura de radios, pero algunas pueden llegar a causar lesiones más
graves a los ciclistas.
Maderas con clavos enterradas en el suelo, alambres
colocados estratégicamente entre árbol y árbol -en algunas ocasiones a
la altura del cuello-, piedras ocultas para provocar impactos e incluso
barras de metal semienterradas en la tierra son algunas de estas
supuestas trampas, potencialmente peligrosas para los ciclistas pero
también para cualquier persona que disfrute de un paseo por la montaña o
caminos rurales. "Es incomprensible que haya gente que se dedique a
poner trampas que puedan hacer tanto daño a una persona", señala Jorge
Torres, un aficionado a la bicicleta de montaña.
"En Galicia me he encontrado tablas con clavos en punta en
lugares estratégicos y muy ocultos. La lluvia está sacando en los
últimos días algunas de las que permanecían enterradas", señala José
Manuel, miembro del club DHG de Sarriá. "Lo peor es que muchas aparecen
por caminos en los que va cualquiera, desde el que quiere hacer enduro,
MTB o simplemente pasear con su bicicleta".
La federación, al margen
"En los últimos meses he tenido constancia de más quejas de
lo habitual por parte de los compañeros", reconoce Jorge, que se siente
un "afortunado" por no haberlo sufrido en primera persona.
En la Federación Española de Ciclismo reconocen que es un
problema que sufren los aficionados al mountain bike que no participan
en competiciones controladas: "No sabemos nada de estos casos porque
nosotros nos centramos en competiciones en circuitos cerrados",
aseguran.
Hay quienes señalan que el aumento de trampas en los montes
se debe a una lucha entre los cazadores y los propios ciclistas.
"Algunos se meten en cotos privados de caza o fincas privadas, y ahí es
donde aparecen los problemas, pero yo si veo un cartel de prohibido el
paso no lo hago. No sé si otros lo harán, pero yo prefiero evitarlo por
precaución", señala José Manuel.
Los cazadores, por su parte, se limitan a defender que
actúan "siempre como dice la ley". "Indicamos las zonas con
señalizaciones y con los carteles preceptivos para evitar que se
produzcan accidentes", señala Ángel López, responsable de Comunicación
de la Real Federación Española de Caza. "Nosotros pagamos la licencia de
los cotos y avisamos con antelación a la Administración, que es quien
nos autoriza", añade.
"Nadie puede pasar"
Y va más allá al reordar que "en un coto privado o en una
propiedad privada nadie puede pasar por allí, vaya en moto, en bici o
andando, siempre y cuando no exista una servidumbre de paso o camino
público". Eso sí, en la Federación denuncian que la gente coloque
trampas en el monte y considera que "si esto es delito debe ser juzgado y
condenado".
A pesar de la proliferación de estas trampas en los caminos
"la gente es reacia a denunciar (a la Guardia Civil y al Seprona)
porque cree que no vale para mucho o porque es fin de semana. La gente
suele hacer fotos, retira las trampas y lo denuncia en los foros de
mountain bike y a través de las redes sociales", señala José Manuel.
Por su parte, la Asociación Internacional de Bicicletas de
Montaña (Internacional Mountain Bicycling Association España) anima a
los ciclistas a denunciar. "Tenemos contacto con el Seprona y
denunciamos de forma generalizada, pero siempre es mejor denunciar un
hecho concreto cuando ocurre", apunta su vicepresidente Víctor Tarodo.
"El problema es que es muy difícil coger al que hace estas salvajadas".
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