domingo, 8 de enero de 2012

El garrafón está en la calle (IDEAL GRANADA)

Es uno de los grandes mitos de las zonas de ocio. A pesar de que todo el mundo sabe que el 'matarratas', el alcohol de garrafón, es casi inexistente en los establecimientos de ocio de la capital granadina, la incidencia de la crisis económica y la presencia de vendedores ilegales de alcohol en algunas zonas de la ciudad han vuelto a poner sobre la mesa un problema que tuvo una gran incidencia en la Granada de final de los noventa y en la temporada 2003-2004.
El garrafón existe en Granada. Lo han confirmado fuentes de las inspecciones municipales y autonómicas que trabajan en el control de la venta ilegal de alcohol a menores y fuera de horarios, pero ese alcohol adulterado, de pésima calidad y sin controles sanitarios, se encuentra en algunas tiendas del sector de 24 horas, algún que otro supermercado y, sobre todo, en las redes de venta de bebidas a domicilio y en esquinas próximas al botellódromo. Los empresarios del sector del ocio de Granada niegan rotundamente que en sus establecimientos se dé gato por liebre y exigen controles sobre la venta en tiendas y lo que en los sectores policiales granadinos se consideran 'mafias' del botellón.
Controles
Para los agentes de la Patrulla Verde de la Policía Local, dedicados a temas ambientales, y para los servicios municipales de consumo, el garrafón está en la calle, no en los bares. «De hecho no hay denuncias significativas desde hace años y alguna que se presenta se ve claramente que no tiene demasiados visos de realidad», dice el concejal de Consumo. Los técnicos recuerdan que en el año 2004 se realizaron numerosos controles porque este problema se había hecho patente y crecía de forma considerable en la ciudad. «Aquellos controles cortaron radicalmente la presencia del garrafón en los bares de Granada, que hasta ahora se mantienen sin ningún tipo de problemas». Afirman que no ocurre lo mismo en los nuevos sectores de venta de alcohol que han surgido alrededor de los grupos de botellón y del botellódromo de la capital. La venta de alcohol para la calle, es decir para ser consumido fuera de los establecimientos, ya sea en fiestas particulares o en el botellón, es donde se sabe que se mueve el de pésima calidad y sin controles sanitarios.
Distribución
Su forma de distribución es muy simple. En los círculos del botellón se pasan teléfonos a los que se puede llamar para que le lleven a casa (es decir a un punto concreto de la ciudad) tantas botellas de bebidas alcohólicas como queramos a una hora determinada. Se usa mucho para fiestas en domicilios. También se da en puntos de venta clandestina que se sitúan junto al botellódromo. Parece increíble, pero son coches y furgonetas aparcados en una esquina y que llevan las bebidas en el maletero. A menos de la mitad de lo que cuesta en un supermercado, los botelloneros se llevan la bolsa preparada, con la ginebra y la coca-cola en ocasiones ya hasta mezclada.
El control, según los servicios municipales, es imposible porque huyen ante la proximidad de coches de la Policía Local. En estos casos los consumidores tampoco denuncian porque saben que lo que compraron y les ha provocado diarreas y enormes resacas, no era legal.
Legalidad del sector
Los empresarios del sector de bares, 'pubs' y discotecas aseguran que el garrafón ha desaparecido de los establecimientos de ocio. La Federación de Hostelería afirma no haber detectado nunca estas prácticas entre los establecimientos asociados. «Siempre hemos solicitado a las administraciones que lleven a cabo inspecciones para detectar este tipo de anomalías o irregularidades. Somos los que tenemos más interés en que se depuren este tipo de practicas, si se detectasen, y sobre todo, que se hagan públicos los nombres de los establecimientos que incumplen», ya que la generalización en este tema puede dañar a un sector muy importante en la economía granadina como es el ocio nocturno.
Consideran que es totalmente absurdo que un empresario que tiene que hacer una fuerte inversión en su local, tener sus permisos, sus impuestos, «se arriesgue a una sanción, a echar por tierra su negocio, y a dar una pésima imagen por el pequeño margen de beneficio que puede darle este tipo de alcohol». También indican que, desgraciadamente, la mayor parte del alcohol que consumen los jóvenes es en la calle y no en establecimientos de ocio. Los empresarios piden que haya más controles en tiendas y puntos de venta de alcohol, ya que resulta paradójico que se realicen controles para ver si alguien fuma y no se vigilen otras actividades ilegales.
Los jóvenes de botellón no son ajenos a la existencia del garrafón. «Lo sabemos todos. No es lógico que una botella de JB, con vasos y refresco cueste la mitad que en un supermercado. Algo tiene que haber», dicen los chavales, que en su mayoría acuden a comprar sus bolsas ya preparadas en tiendas de 24 horas porque es más asequible. También saben a qué se debe el malestar que padecen a la mañana siguiente de la juerga.

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