Ambos productos convergen en la potencialidad agresiva para el medioambiente y se relacionan por su peligrosidad en casos de pubertad precoz, cáncer infantil y autismo.
Ana Cerrud (EFE), Madrid
Perfumes y pesticidas tienen en común uno de los más agresivos contaminantes ambientales y peligroso agente patógeno para la salud, los ftalatos, disruptores endocrinos que se relacionan con casos de pubertad precoz, cáncer infantil y autismo. Estos disruptores endocrinos se incorporan a productos tan dispares como perfumes y pesticidas para "plastificar" los fluidos y fijar los olores o la permanencia del producto en la superficie en la que se aplican y hacerlos más comerciales, pero pocas veces son componentes estructurales o que no se puedan sustituir.
El VI Congreso Internacional de Medicina Ambiental que se celebra este fin de semana en Madrid estudia las patologías por contaminación ambiental, como los disruptores endocrinos, entre las que se identifican cáncer, enfermedades neurodegenerativas, trastornos del comportamiento, infertilidad y enfermedades emergentes como el síndrome de sensibilidad química (SQM), la fibromialgia y la fatiga crónica.
Dolores Romano, ingeniero agrónomo del Instituto Sindical del Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS), presentó en la sesión de inauguración del encuentro las conclusiones del Congreso de Riesgos para la Salud Pública y Medio Ambiente, celebrado el pasado mayo en Madrid, como punto de partida para el nuevo debate. Entre las recomendaciones establecidas, mencionó la importancia del etiquetado en los productos, para identificar sustancias de riesgo, (en nanotecnología y transgénicos) y ante las nuevas enfermedades relacionadas con los campos electromagnéticos, cáncer, entre otras, fijar limites legales máximos de contaminación, a nivel internacional.
Sobre el impacto en la salud humana de los contaminantes orgánicos persistentes, como los disruptores endocrinos, destacó su relación probada con alteraciones en el sistema reproductor masculino (criptoquidia, hipospadias y reducción de la calidad del semen) y femenino (pubertad precoz, reducción de la fecundidad, abortos espontáneos, ovarios poliquísticos, endometriosis) y cánceres en órganos hormono dependientes como mamas, próstata, testículos y tiroides.
Se estableció, por otra parte, la relación de estos disruptores con daños en el sistema neurológico y la causa de enfermedades metabólicas como diabetes y obesidad o del sistema neuroinmunológico, como el SQM, fatiga crónica, fibromialgia y esclerosis múltiple. Según los estudios de Nicolás Olea, de la Universidad de Granada, recordó Romano, dosis bajas de disruptores endocrinos pueden dar lugar a efectos mas potentes que dosis altas, por lo que se invita a la ciencia a revisar el concepto establecido "la dosis hace el veneno" y destaca la importancia de las mezclas en los síndromes por contaminación ambiental. Estas dolencias, explicó, raramente se deben a una única sustancia tóxica, sino a una mezcla compleja de químicos cuyos efectos pueden ser aditivos y sinérgicos, con efectos en conjunto superiores a los individuales.
La respuesta de la sociedad y la administración a estos descubrimientos científicos, señaló Romano, debe ser la prohibición total de los disruptores en los productos de consumo, cuya acción se conoce, además, puede afectar a los descendientes, por la modificación de la línea germinal, origen de espermatozoides y óvulos.
En cosmética y plaguicidas, desde donde llegan mas frecuentemente al entorno, son completamente prescindibles y ya hay otras alternativas en el mercado que no suponen mucho sacrificio y sí sentido común, destacó Romano, que apuesta por la presión del consumidor para lograr cambios. Y recomienda a nivel individual, medidas de autoprotección, sin olvidar la responsabilidad del ministerio de Sanidad y de Alimentación y Medio Ambiente de informar a los grupos de riesgo para evitar la contaminación, La mejor formula de Romano ante las dudas: agua, jabón y vinagre, para la limpieza de casa y agua, jabón, piedra de alumbre o limón para el aseo. "No hay que complicarse tanto la vida", declaró.
El VI Congreso Internacional de Medicina Ambiental que se celebra este fin de semana en Madrid estudia las patologías por contaminación ambiental, como los disruptores endocrinos, entre las que se identifican cáncer, enfermedades neurodegenerativas, trastornos del comportamiento, infertilidad y enfermedades emergentes como el síndrome de sensibilidad química (SQM), la fibromialgia y la fatiga crónica.
Dolores Romano, ingeniero agrónomo del Instituto Sindical del Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS), presentó en la sesión de inauguración del encuentro las conclusiones del Congreso de Riesgos para la Salud Pública y Medio Ambiente, celebrado el pasado mayo en Madrid, como punto de partida para el nuevo debate. Entre las recomendaciones establecidas, mencionó la importancia del etiquetado en los productos, para identificar sustancias de riesgo, (en nanotecnología y transgénicos) y ante las nuevas enfermedades relacionadas con los campos electromagnéticos, cáncer, entre otras, fijar limites legales máximos de contaminación, a nivel internacional.
Sobre el impacto en la salud humana de los contaminantes orgánicos persistentes, como los disruptores endocrinos, destacó su relación probada con alteraciones en el sistema reproductor masculino (criptoquidia, hipospadias y reducción de la calidad del semen) y femenino (pubertad precoz, reducción de la fecundidad, abortos espontáneos, ovarios poliquísticos, endometriosis) y cánceres en órganos hormono dependientes como mamas, próstata, testículos y tiroides.
Se estableció, por otra parte, la relación de estos disruptores con daños en el sistema neurológico y la causa de enfermedades metabólicas como diabetes y obesidad o del sistema neuroinmunológico, como el SQM, fatiga crónica, fibromialgia y esclerosis múltiple. Según los estudios de Nicolás Olea, de la Universidad de Granada, recordó Romano, dosis bajas de disruptores endocrinos pueden dar lugar a efectos mas potentes que dosis altas, por lo que se invita a la ciencia a revisar el concepto establecido "la dosis hace el veneno" y destaca la importancia de las mezclas en los síndromes por contaminación ambiental. Estas dolencias, explicó, raramente se deben a una única sustancia tóxica, sino a una mezcla compleja de químicos cuyos efectos pueden ser aditivos y sinérgicos, con efectos en conjunto superiores a los individuales.
La respuesta de la sociedad y la administración a estos descubrimientos científicos, señaló Romano, debe ser la prohibición total de los disruptores en los productos de consumo, cuya acción se conoce, además, puede afectar a los descendientes, por la modificación de la línea germinal, origen de espermatozoides y óvulos.
En cosmética y plaguicidas, desde donde llegan mas frecuentemente al entorno, son completamente prescindibles y ya hay otras alternativas en el mercado que no suponen mucho sacrificio y sí sentido común, destacó Romano, que apuesta por la presión del consumidor para lograr cambios. Y recomienda a nivel individual, medidas de autoprotección, sin olvidar la responsabilidad del ministerio de Sanidad y de Alimentación y Medio Ambiente de informar a los grupos de riesgo para evitar la contaminación, La mejor formula de Romano ante las dudas: agua, jabón y vinagre, para la limpieza de casa y agua, jabón, piedra de alumbre o limón para el aseo. "No hay que complicarse tanto la vida", declaró.
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