jueves, 12 de diciembre de 2013

El corazón artificial ‘espacial’, listo para ser probado en humanos


Desarrollado por el creador de las válvulas artificiales, Alain Carpentier junto a ingenieros espaciales, este dispositivo será implantado en pacientes en tres hospitales franceses



El corazón artificial ‘espacial’, listo para ser probado en humanos
Foto: CARMAT.
Carmat, la empresa del cirgujano francés Alain Carpentier, creador de las válvulas cardíacas artificiales Carpentier-Edwards, consiguió desarrollar su primer corazón completamente artificial a principios de 2013, gracias a la combinación de sus conocimientos con la experiencia en la construcción de satélites de la empresa Astrium.
En el desarrollo de este dispositivo, los ingenieros espaciales tuvieron la responsabilidad de garantizar los niveles de precisión y durabilidad que requiere el considerado ‘motor de la vida’. Este corazón capaz de bombear 35 millones de veces al año durante un mínimo de cinco años sin interrupciones, está compuesto en parte de tejidos biológicos y en parte de componentes espaciales miniaturizados, combina los últimos avances en medicina, biología, electrónica y ciencia de los materiales para imitar a un corazón real.
Lo último en tecnología
Tal y como explican en un comunicado de la Agencia Espacial Europea (ESA) “el corazón utiliza una serie de sensores de última tecnología que detectan el nivel de esfuerzo del paciente y envían la información a un ordenador en miniatura, que genera comandos para que los motores, del tamaño de un dado, bombeen más rápido o más lento, permitiéndole aportar más o menos oxígeno a los tejidos y controlar la presión arterial en función del nivel de actividad de la persona”.
Es su diseño y creación se han cuidado todo los destalles para que cada uno de sus 900 minúsculos componentes funcionen a la perfección. Al igual que con los satélites, el equipo desarrollador utilizó “sofisticadas técnicas de modelado y de simulación digital y preparó bancos de pruebas para llevar a cabo rigurosos ensayos y análisis”. Porque tal y como afirma el ingeniero Dung Vo-Quoc, responsable del diseño de algunos de los componentes fundamentales del corazón protésico, “si un satélite deja de funcionar durante el último penalti de la final del mundial de fútbol, es una gran decepción; pero si un corazón deja de latir durante cinco segundos, las consecuencias son funestas”.
Prueba superada
El rechazo del corazón artificial por el organismo fue otro punto en el que Carmat tuvo que trabajar, ya que “intentos anteriores habían dado lugar a complicaciones: los materiales sintéticos generaban coágulos que podían llegar al cerebro y provocar un derrame”. La solución de Carmat fue utilizar un pericardio animal (la membrana que rodea al corazón) que tratado químicamente reduce la respuesta inmune del receptor.
El dispositivo tiene dos cámaras separadas por una membrana, con el tejido biológico en la cara que está en contacto con la sangre del paciente, y poliuretano en la cara opuesta. El sistema de bombeo, compuesto por motores y fluido hidráulico, altera la forma de esta membrana.
Tras 15 años de trabajo las autoridades sanitarias francesas han dado el visto bueno al corazón protésico, y han autorizado los primeros implantes en humanos en tres hospitales de París. “Los médicos ya han empezado a seleccionar a los cuatro primeros pacientes que lo podrán probar en sus cuerpos”, según señala el comunicado.

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